I. EL AUTOR DE ESTA
CARTA
1. El primer versículo de la carta dice: "Santiago, siervo
de Dios y del Señor Jesucristo", pero eso no le distingue de los varios
llamados Jacobo o Santiago en el Nuevo Testamento.
2. Jacobo, hijo de Zebedeo, y hermano de Juan, era
uno de los doce apóstoles (Mateo 10:2, Marcos 3:14-19, Lucas 6:13-16, Hechos
1:13). Este Jacobo fue muerto por Herodes Agripa I, como en el año 44 d. de
J.C. (Hechos 12:1,2).
3. Jacobo, hijo de Alfeo, también era uno de los
doce apóstoles. (Véanse los textos dados arriba). Era conocido como "el
menor" (griego MIKROS, pequeño, en estatura o edad) (Marcos 15:40). Era
hijo de María (Marcos 15:40, Mateo 27:56), la esposa de Cleofas (o Alfeo)
(Juan 19:25).
4. Jacobo, el padre de Judas (no Iscariote) el
apóstol (Lucas 6:16). Nótese que la Versión Valera, Revisión de 1960, dice
"Judas hermano de Jacobo", pero el texto griego dice literalmente,
"Judas de Jacobo", y bien lo traduce la Versión Hispanoamericana, como
también otras, "Judas el hijo de Jacobo". Este Jacobo era el padre del apóstol Judas
(diferente a Judas Iscariote).
5. "Jacobo el hermano del Señor"
(Gálatas 1:19). (En el texto griego de esta referencia aparece la palabra misma
para decir "hermano"). Los cuatro hermanos de Jesús son mencionados
por nombre en Mateo 13:55 y en Marcos 6:3.
Jacobo era uno de ellos. Durante
el ministerio de Jesús era incrédulo (Juan 7:5), pero Jesús le apareció después
de su resurrección (1 Corintios 15:7), y vemos que Jacobo ya era creyente y
estuvo esperando con los demás discípulos en Jerusalén (Hechos 1:14). Poco después de la muerte de Jacobo, hijo de
Zebedeo (Hechos 12:2), este Jacobo (el hermano del Señor) tenía una posición o reputación importante en la iglesia de
Jerusalén (Hechos 12:17). Algunos le consideraban como "columna" en
la iglesia de Jerusalén (Gálatas 2:9).
Es cierto que tuvo parte principal en la discusión en la iglesia de Jerusalén
cuando se trató la cuestión surgida en Antioquia (Hechos 15:1, 2, 13,
etcétera). Por última vez se menciona en Hechos 21:18, donde se infiere que
todavía ocupaba una posición de prominencia en la iglesia.
II. ¿A QUIÉNES FUE
ESCRITA ESTA CARTA?
"Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo, a las
doce tribus que están en la dispersión: Salud" (1:1).
Hay tres posiciones tomadas respecto a los destinatarios
originales de esta carta:
(1) Los
judíos todos (conversos e inconversos) que estaban dispersados en las tierras
de los gentiles.
(2) La
iglesia compuesta tanto de gentiles como de judíos, y llamada el Israel
espiritual (Gál. 3:29, 6:16; Romanos 4:16, 9:6; Fil. 3:3, etcétera).
(3) Los
judíos cristianos dispersados fuera de Palestina.
Es imposible que esta carta haya sido dirigida
directamente a los judíos inconversos, porque las muchas referencias en ella a
Jesús, y a la fe de la cual él es el autor, no lo permiten (1:1, 18, 25; 2:1, 12;
5:7, 8).
Es cierto que la iglesia de Cristo, compuesta
así de gentiles como de judíos, es llamada el Israel espiritual, pero esta
carta no se dirige a los pecados peculiarmente gentiles (la fornicación, la
idolatría, etcétera), sino a los de judíos (la jactancia, las riquezas, los
juramentos, etcétera).
Sin duda la carta fue dirigida originalmente a
judíos, hermanos en la fe, que residían fuera de Palestina, pues tal es el
significado normal de la palabra griega DIASPORA (dispersión). Esta palabra se
emplea en otros dos pasajes: Juan 7:35 donde se usa en su sentido general o
normal (de judíos esparcidos a través de los países paganos), y 1 Ped. 1:1,
donde tiene aplicación espiritual o figurada, aunque permanece la idea central
de esparcidos o dispersados.
Es interesante notar que mientras que la carta
a los Hebreos fue dirigida principalmente a los residentes en Palestina, y la
primera de Pedro a los de Asia Menor, ésta se dirigió a los dispersados en
general. En las tres cartas el cristiano judío es tratado (aunque entiendo que
los recipientes de la primera de Pedro eran tanto gentiles como judíos de
raza).
Los
recipientes de esta carta de Santiago eran judíos, como se nota en la manera de
llamarse su sitio de reuniones: su sinagoga (2:2, texto griego). Pero no eran
judíos inconversos, pues en 5:14 se hace referencia a "los ancianos de la
iglesia".
Veremos a través de la carta algunas
referencias a los judíos inconversos, pero la carta de por sí fue dirigida a
judíos cristianos. ¡Qué cosa más esperada cuando recordamos que Jacobo era
"apóstol" enviado a la circuncisión!
III. ¿CUÁNDO FUE
ESCRITA ESTA CARTA Y DESDE DÓNDE?
Basándome en la persuasión de que el autor de
esta carta es el mismo Jacobo referido en Hechos 15, podemos decir que la
carta fue escrita desde Jerusalén, el
centro de actividad de este Jacobo. No hay evidencia que apunte a otro lugar.
Respecto a la fecha de haber sido escrita, hay
comentaristas que abogan por fecha temprana (como a mediados de los cuarenta
del siglo primero). Creen que fue escrita antes del llamado "concilio de
Jerusalén" (Hechos 15, 52 d. de J.C.) porque Santiago (Jacobo) no trata la
cuestión del maestro judaizante (como tampoco ninguna otra cuestión en la
hermandad). Para ellos esto indica que
la dicha cuestión todavía no había surgido. Dado que la carta fue dirigida a
cristianos judíos, se supone que todavía no había mucho converso gentil en la
iglesia; es decir, que la iglesia todavía se componía casi solamente de
judíos. Jacobo ya desde temprano (Hechos 12:17) tenía la confianza de los
hermanos judíos, y por eso bien pudo haber escrito la carta en fecha temprana
(como para el año 45 d. de J.C.; Jacobo el hijo de Zebedeo fue muerto cerca del
año 44). Si fue escrita como en el año 45 d. de J.C., esta carta es la primera
escrita en orden cronológico de los veintisiete libros del Nuevo Testamento.
Otros abogan por una fecha más tardía (62 d.C.). Sus razones me han persuadido a mí, aunque
todos tenemos que admitir que ninguna conclusión en particular es absoluta o
infalible. Algunas razones de éstas son
las siguientes:
(1)
Las condiciones de la hermandad judaica se
habían desarrollado a un grado que requería años. Los recipientes de la carta
no eran conversos nuevos.
(2)
La carta trata condiciones de hermanos judíos
semejantes a las tratadas en 1 Pedro y en Hebreos, dos cartas cuyas fechas de
ser escritas se ponen en la primera mitad de los años sesenta del siglo primero
(1 Pedro, 65 d. de J.C.; Hebreos, 63 d. de J.C.).
(3)
Las referencias a persecuciones, y el hecho de
que la baja de fervor espiritual requiere el paso de un buen espacio de tiempo,
indican una fecha tardía.
(4)
El autor no tuvo que identificarse, pues después
de tantos años de buena reputación y aceptación entre los de su interés bastó
decirles nada más que era Jacobo (Santiago).
(5)
Las guerras mencionadas en la carta (4:1) pueden
apuntar a las que preced ían la destrucción de Jerusalén (referida en 5:1, 7, 8), cosa que sucedió en
el año 70 d. de J.C. (la guerra con los romanos comenzó 3 años antes del 70).
(6)
Josefo, el historiador judío, dató la muerte de
Jacobo en el año 63. Eusebio,
historiador del siglo cuatro, citando a Hegésipo, da una narración completamente
distinta, datando su "martirio" como en el año 69. La narración de Josefo parece más creíble. El
dice que los judíos, airados por el escape de sus manos de Pablo el apóstol,
pues éste apeló a César y fue enviado a Roma, dirigieron su ira contra Jacobo
y algunos otros. El sumo sacerdote les hizo traer ante el Sanedrín donde
fueron acusados de transgresores de la Ley, y fueron condenados a muerte y apedreados. Se sabe por la fecha en que rigió el referido
sumo sacerdote que esto sucedería en 62 o 63 d. de J.C. Juntando estos datos, y circunstancias, se
concluye que esta carta fue escrita poco antes de la muerte de Jacobo, o sea
cerca de 61 o 62 d. de J.C.
IV. EL TEMA Y EL
PROPÓSITO DE ESTA CARTA
A.
El Tema. El tema parece ser expresado en 1:12,
"Bienaventurado el... le aman".
El cristiano, como hombre perfecto y cabal (1:4) soporta las pruebas de
la vida, y de esto resulta la perseverancia.
El persevera en la perfecta ley de Cristo que le liberta de la
condenación del pecado (1:25). Además este hombre agradable a Dios persevera
hasta la venida de Cristo (5:7), teniendo una religión pura y verdadera (1:27).
El tema, pues, es la fe duradera en presencia de toda clase de oposición y
prueba. Esta fe verdadera es también productiva y no tan sólo profesional.
B.
El Propósito. Santiago escribió en un tiempo en
que circulaban doctrinas falsas de judíos y de cristianos judaizantes. El
expuso la falsedad de ellas, y escribió para advertir a sus hermanos en la fe
respecto a dichos errores. Los hermanos
iban pasando muchas pruebas difíciles, debido a la persecución y a la tentación
de beber del espíritu revolucionario del judío inconverso para resolver los
problemas de la época. Santiago
escribió para motivar a los hermanos a perseverar (tener paciencia) a pesar de
las tribulaciones y tentaciones, para ser "perfectos y cabales", sin
falta alguna en la vista de Dios. Escribió para enfatizar la verdad de que la
conformidad a la ley de Dios es indispensable para la religión verdadera, y
para exponer la falsedad de la doctrina que afirmaba que la mera confesión de
labios, sin su correspondiente vida de obediencia, bastaba para la
justificación. Obraba en esos días un espíritu de revolución, de parte de los
judíos inconversos, pues ellos confiaban en que Dios les libertaría del yugo
romano por medio de una insurrección armada, y el judío cristiano no estaba exento
de la tentación de pensar lo mismo. Santiago tuvo el propósito de exhortar y
animar al creyente y de exponer y amenazar al que persistía en la incredulidad
y en su propia justicia.
VI. LA NATURALEZA DE ESTA CARTA
Santiago
es la escritura de carácter más judaico en el Nuevo Testamento. No es de
extrañarse, recordando que Jacobo era "apóstol" enviado a la circuncisión
(Gálatas 2:19). (Otras escrituras de
carácter judaico: Mateo escribió para judíos; Hebreos fue escrito para judíos,
como tal vez Judas; Apocalipsis abunda en figuras del Antiguo Testamento).
No menciona la encarnación ni la resurrección,
y la palabra "evangelio" no aparece en su carta, pero sin duda se
debe a que no trata el plan de salvación en Cristo Jesús. Ya hemos notado el
tema y el propósito de esta carta. Jacobo se interesó en sus hermanos judíos,
siendo él enviado a los de la circuncisión.
Sus ilustraciones fueron tomadas del Antiguo
Testamento, o de la vida diaria rural. Es muy semejante su carta al Sermón del
Monte (Mateo 5-7). Hay como diez paralelos entre ésta y él. Escribió
informalmente, como si fuera predicando un sermón, en lugar de presentar un
tratado formal de un dado tema. Presentó una serie de exhortaciones, de
advertencias, y de instrucciones. Dio consejos prácticos para problemas de día
en día. No escribió sobre cómo llegar a
ser cristiano, sino cómo vivir el cristiano judío, dadas las circunstancias de
aquel tiempo. Desde luego se le aplican al cristiano de cualquier raza en
general, o bajo circunstancias parecidas.
El carácter judaico de la carta se nota en varias
observaciones:
1.
El local para reunión es llamado
"sinagoga" (2:2).
2.
Abraham es llamado "nuestro padre"
(2:21).
3.
Dios es llamado según la expresión común en el
Antiguo Testamento, "Señor de los ejércitos" (5:4, véanse Romanos
9:29, Isaías 1:9).
4.
Se discuten pecados peculiares a los judíos: el
amor del dinero y la distinción que el rico siente (2:2-4); la mundanalidad y
la murmuración (4:11, 5:7-11); y los pecados de la lengua (3:1-12).
5.
Algunas ilustraciones son de personajes del
Antiguo Testamento: Abraham (2:21), Rahab (2:25), Job (5:11), y Elías
(5:17,18).
En verdad esta carta es de carácter judaico o hebraico.
VII. JACOBO Y PABLO
Martín Lutero, protestando la doctrina de
salvación por obras de mérito humano, fue al otro extremo de la de la
salvación por la fe sola. Pensó hallar su defensa en los escritos del apóstol
Pablo, mayormente en Romanos 3 y 4. No
entendiendo bien, ni la doctrina de Pablo ni la de Jacobo, concluyó que Jacobo
(Santiago) contradecía a Pablo, pues tuvo mucho que decir respecto a las obras
(capítulo 2). Por eso acusó a la carta Santiago de ser una "epístola de
paja, careciente de todo carácter evangélico".
Pero no hay conflicto alguno entre Pablo y
Santiago, ¡dos hombres inspirados! Santiago,
o Jacobo, ¡no era judaizante! como bien lo prueban los pasajes de Hechos 15 y
Gálatas 2. Es cierto que Jacobo,
instrumento de Dios para la circuncisión, se interesó principalmente en sus
hermanos judíos. Era cosa natural. El vivía "como judío", pero vivir
como judío (es decir, seguir costumbres judaicas por ser un judío) era cosa de
libertad para el individuo. En este sentido dijo Pablo el apóstol, también
judío aunque apóstol a la incircuncisión, "me he hecho a los judíos como
judío, para ganar a los judíos; a los que están sujetos a la ley (aunque yo no
esté sujeto a la ley) como sujeto a la ley, para ganar a los que están sujetos
a la ley" (1 Corintios 9:20). Pero ni el uno ni el otro abogaba por el
judaísmo, o sea por la doctrina de que la justificación de los gentiles, como
la de los judíos, dependía de hacerse judío en la carne (por medio de la
circuncisión).
Los dos tuvieron dos metas completamente
distintas al escribir las referidas porciones de sus cartas. Pablo afirmó que
no puede haber justificación delante de Dios a base de nuestras propias obras
de obediencia porque no hay hombre perfecto; todos hemos pecado. Cristo tuvo
que morir por nosotros, y la fe en él es esencial para la justificación. ¡Somos
salvos por la fe! Pero, preguntamos: ¿por cuál clase de fe? Jacobo (Santiago)
contesta la pregunta, porque él escribió para combatir la falsa doctrina del
judío de que la justificación se basaba en tener la confesión correcta (cosa
que él profesaba tener, por ser judío), aparte de la clase de vida que él
viviera. ¡En ninguna manera! Dijo Santiago que no puede haber fe genuina que
no produzca buenas obras, y que las buenas obras son las evidencias de que sí
tenemos fe en Cristo, en Dios.
Pablo no omitió obras (de obediencia), al
hablar de la fe. ¡No afirmó salvación por fe sola! Habló y escribió acerca de
la "obediencia a la fe" o "de fe" (Versión J. T. de la
Cruz) (Romanos 1:15), y de ser creado el cristiano "para buenas
obras" (Efes. 2:10). Pero su objeto fue combatir la doctrina judaizante
de que uno se justificaba a base de ser judío, en quien Dios había depositado
la ley (Romanos 2:17 y sig.; 9:4,5). Pero no era así; todos tenemos que ser
salvos por el sacrificio de Jesucristo.
Por eso es esencial la fe en él.
Santiago escribió a cristianos. No trató el
punto de cómo llegar a ser cristiano. Condenó la profesión de labios (la fe
sola), porque esa clase de fe es muerta.
La fe que justifica a todos, sea al inconverso que necesita creer en
Cristo y obedecerle (Hebreos 5:8,9), o sea al cristiano ante quien Dios ha puesto
sus deberes, ¡es la que obra u obedece! Este es el punto de Santiago.
¡No hay contradicción alguna entre los dos
escritores inspirados de Dios! La aparente contradicción existe solamente en
las mentas de quienes no comprenden a Pablo, o a Santiago, o a ninguno de los
dos.
Es interesante notar algunas expresiones muy
similares en las escrituras de ambos Pablo y Santiago. Considérense
los siguientes:
SANTIAGO PABLO
1:2,3 Romanos 5:3
1:6 Efesios 4:14
1:12 2 Timoteo 4:8
1:15 Romanos 7:7,8
1:18 Romanos 8:23
1:21 Efesios 4:22
1:22 Romanos 2:13
2:5 1 Corintios 1:27
2:23 Romanos 4:3
4:1 Romanos 7:23
4:12 Romanos 14:4; 2:1
VIII.
Enseñanzas de Santiago
1. En cuanto a la palabra de Dios (Stg 1:18-24)
2. En cuanto a las pruebas y tentaciones (Stg
1:2-4, 12; 5:12), (1:13-17, 4:1-10).
3. En cuanto a la oración (Stg 1:5-7, 4:2-3,
5:13-20).
4. En cuanto a las buenas obras (Stg 2:14-26).
5. En cuanto a la lengua (Stg 3:1-12).
6. En cuanto a la sabiduría (Stg 3:13-18).
7. En cuanto a los ricos y pobres (Stg 1:9-11,
2:1-10, 5:1-6).
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