I. El autor de la carta
A. Sin
discusión, el apóstol Pablo es el autor de esta carta, siendo Timoteo socio de
Pablo en el envío de ella (1:1). El
autor de la carta a los colosenses, y el de ésta, es el mismo.
B. Los
mismos dos, Pablo y Timoteo, las envían, y los mismos hermanos mandan saludos
(Epafras, Marcos, Aristarco, Demas, y Lucas Fil 23-24), con la excepción de que
en la carta a los colosenses se agrega el nombre de Jesús, llamado Justo (Col
4:10-14). En las dos cartas es saludado
Arquipo.
A. Onésimo,
un esclavo, había desertado de su amo en Colosas (Col 4:9, Fil 11, 15, 18).
B.
Estando cerca de Pablo, fue convertido en
cristiano. Ahora, como cristiano, debía
volver a su amo y hacer la restitución debida.
Pablo le persuadió, con la enseñanza del evangelio, a hacerlo, y preparó
esta carta para el amo, Filemón.
C.
Sin duda la carta logró su fin. Tal carta, en su manera de expresarse, escrita
por tal hombre, “prisionero” fiel de Jesucristo, no fácilmente fallaría en
inducir a Filemón a recibir de nuevo a Onésimo, y esto de manera bondadosa. El
evangelio, en toda situación diaria, extrae lo mejor en el hombre sincero y
amador de la verdad. Onésimo, ahora
cristiano, tenía un deber que cumplir hacia su amo; Filemón, exhortado y
suplicado por mensaje apostólico, tenía que responder de manera consecuente con
la mente de Cristo.
D.
Esta carta es un buen ejemplo de súplica
tierna, de cortesía, tacto y diplomacia, y de generosidad de espíritu.
E. Pablo
intercedió con Filemón a favor de Onésimo, el esclavo que se había fugado. Ya que el esclavo es ahora cristiano, le
suplica que le reciba como a hermano en Cristo.
Además, con generosidad de corazón, Pablo ofrece hacer suya cualquier
deuda que Onésimo tuviera con su amo.
III. La Biblia y las injusticias sociales
A. La Biblia
se dirige a toda cuestión en la vida del hombre. Se dirige a la de la esclavitud. Esta carta da un ejemplo del trato cristiano
entre amo y esclavo, conforme a pasajes sobre el particular en otras epístolas
novotestamentarias (Ef 6:5-9, Col 3:22-4:1, I Ti 6:1-2, Tito 2:9-10, I Pe
2:18-20). Las Escrituras no abogan por
la esclavitud; tampoco promueven la prohibición de ella como cosa
inherentemente mala. (Desde luego el
robo de personas es malo, porque es malo el robar). En tiempos bíblicos había mucha esclavitud
por sujeción voluntaria. Pero el
evangelio no aprueba en nada la “desobediencia civil” como es promovida hoy en
día para cambiar supuestas o verdaderas injusticias de hombres contra hombres.
B.
En Cristo delante de Dios toda persona es
igual (Gal 3:28). En la vida social,
muchas veces hay distinciones, clases y rangos, aunque en un sentido toda persona
es esclava (Ro 6:16-18; es cuestión de ¡cambiar de amo!). Llegar el esclavo a ser cristiano no le
obligaba a buscar la libertad civil (I Co 7:17-24), como tampoco los esposos
cristianos ya debían dejar a sus esposos inconversos (v.12-16).
C.
La Ley de Cristo no sirve de ocasión ni de
justificación para sublevaciones y disturbios sociales. El evangelio no obliga al esclavo a llegar a
ser libre, ni al gentil a circuncidarse, ni al judío a dejar de ser
circuncidado. No sirve de promoción de
una supuesta “utopía” en este mundo, sino para salvar al pecador y prepararle
para la vida eterna. Para el mundano,
la esclavitud significa ser propiedad de otro; pero delante de Dios lo que
importa eternamente no es estar socialmente libre, sino ser heredero de la vida
eterna por medio de la conversión a Cristo.
D. El
evangelio es el único poder para hacer cambios deseables permanentes, porque
cambia el corazón del hombre. La
legislación humana puede modificar y hasta cierto grado limitar las injusticias
del hombre, pero el papel del gobierno es principalmente castigar a malhechores
(Ro 13:1-7). Cristo y sus apóstoles, y
los demás discípulos no promovieron demostraciones y desfiles públicos ante
sedes de gobiernos para procurar quitar injusticias sociales o para establecer
justicias. El evangelio cambia el
corazón del hombre, y luego con conciencia según la mente de Cristo, ese hombre
legisla y gobierna con moralidad y justicia.
IV. El tiempo en que la escribió y desde donde
A.
Las fechas que comentaristas reconocidos
han fijado para esta carta varían entre 60 y 64 d.C. Probablemente 62 d.C. Fue escrita y enviada al mismo tiempo que las
cartas a los Efesios y a los Colosenses, que fue durante el primer
encarcelamiento de Pablo en Roma. Ellas
tienen el mismo autor, y fueron escritas para hermanos de la misma región y bajo
circunstancias similares. El portador es el mismo, Tíquico (Ef 6:21, Col 4:8-9). Probablemente fue Onésimo mismo quien llevó
esta carta a su amo.
B.
Algunos afirman que Cesarea es el lugar
desde donde fue enviada esta carta a Filemón, y naturalmente en una fecha más
temprana. (Pablo estuvo encarcelado en
Cesarea, (Hch 23:23-24), como dos años (Hch 24:27), antes de ser llevado a
Roma, 27:1). Pero la evidencia fuerte
apunta más bien a Roma como el lugar del origen de esta carta. Fue escrita en un tiempo cuando Pablo
esperaba lograr su libertad (Fil 22).
Epafras había ido a Roma a informar a Pablo acerca de las cuestiones
vivas en la región de su hogar (Colosas, Laodicea) (Col 1:8), y ahora Pablo
desde Roma escribe a las iglesias en Colosas y en Laodicea (Col 4:16), como
también a Filemón, residente en Colosas.
V. La autenticidad de la carta
A. Esta
carta es la única puramente personal en el Nuevo Testamento. (Las cartas a Timoteo, a Tito, a la señora
elegida, y a Gayo, tratan asuntos doctrinales aparte de lo personal). Pero a pesar de ello, esta carta era
reconocida como inspirada por los “Padres Apostólicos” (los primeros doctores
en asuntos bíblicos). Los siguientes dan
testimonio a tal conclusión: Orígenes, Tertuliano, Eusebio, Jerónimo, y
Policarpo. El hecho de que no citaban
mucho a esta carta fácilmente se puede atribuir a la brevedad de ella.
B. FILEMÓN
está bien relacionado con COLOSENSES.
Si la carta a los COLOSENSES es auténtica, entonces también lo es FILEMÓN.
VI. A quienes escribió
A.
Es una carta personal a Filemón. Éste era de Colosas en Frigia (Col 4:9, dice Pablo que Onésimo, esclavo de Filemón,
era de Colosas; de eso se deduce que Filemón era de Colosas).
B.
Era cristiano fiel en Colosas. Se infiere que era hombre de medios, pues
tenla cuando menos un esclavo, y tenla una casa suficientemente grande para
servir de sitio de reunión para la iglesia, y para hospedar a visitantes. Aparte de hospitalario, era hombre
reconocido por su generosidad hacia todos.
Su carácter era de pura nobleza.
Parece haber sido amigo íntimo de Pablo (versículo 1, “al amado
Filemón”). Se pudieron haber conocido durante
los dos años y meses que pasó Pablo en Efeso, cuando predicó allí y en sus
derredores (Hech. 19). Se implica que
era converso de Pablo (versículo 19). De
alguna manera cooperaba con Pablo en el evangelio, pues en el versículo 1 se le
dice, “colaborador nuestro”. Su nombre
se deriva de una palabra griega para decir “amor”.
C.
Siendo hombre de integridad, se podía
esperar que hiciera lo justo en este caso que se presentó.
D.
Aunque por el texto es obvio que esta
carta fue escrita en particular a Filemón, en la salutación Pablo se dirige
también a Apia, a Arquipo, y a la iglesia en la casa de Filemón. Al final de la carta (versículo 25), Pablo
dice “vuestro espíritu” (plural). Se
leería, pues, esta carta a todos los saludados en ella (los versículos 1,2).
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