Como iniciar la Iglesia de Cristo
en donde se encuentra
Por: J.C. Choate
Introducción
J.C. Choate |
En partes del mundo donde la iglesia no existe, existe una gran necesidad no solo de predicar el evangelio, sino también de explicar a los nuevos convertidos como iniciar una congregación de la Iglesia del Señor en donde ellos se encuentran. Por esta razón, unos pocos años atrás presenté estas lecciones en radio Sri Lanka al pueblo de la India y otras naciones de Asia. En aquel tiempo las lecciones se imprimían en la India y se enviaban a los oyentes y contactos, que las requerían. Ahora, nuevamente estos sermones se están imprimiendo y serán usadas por los maestros de la Escuela Bíblica Mundial y por otros como guías para los estudiantes alrededor del mundo. También e enviarán muchas copias al hermano George Funk en África del Sur desde donde serán transportadas en los “Carruajes evangelisticos” (camiones de 18 ruedas) a países de África meridional.
Estos sermones estaban dirigidos a aquellos que hablaban y leían en inglés como un segundo idioma. Por este motivo, las lecciones se mantenían en su nivel básico, y repetitivo, en un esfuerzo por ayudar a los oyentes y lectores a entender lo que se les decía. Esta impresión también será principalmente destinada a las personas de otras naciones. Oramos para que sea útil para los nuevos convertidos, y resulte en el establecimiento de nuevas congregaciones de la Iglesia de Cristo en todo el mundo.
J.C. Choate
Contenidos
1. El plan de Dios para el hombre
2. Usted necesita la Biblia
3. Usted necesita ser salvo
4. Cómo obedecer el evangelio
5. Cómo identificar la Iglesia del Señor
6. Por qué es usted importante para el Señor
7. Por qué es necesaria la Iglesia en donde se encuentre
8. Cómo empezar la Iglesia del Señor
9. Cómo bautizar
10. Cómo adorar
11. Cómo servir la Cena del Señor
12. Cómo orar
13. Cómo cantar
14. Cómo ofrendar
15. Clases bíblicas
16. Cómo evangelizar
17. Cómo organizar
18. Dónde reunirse
19. El lugar de la mujer
20. Cómo soportar a los predicadores
21. Cómo ayudar a aquellos en necesidad
22. Cómo trabajar juntos
23. Cómo perdonar
24. Cómo tener una pureza doctrinal
25. Cómo vivir una vida cristiana
26. Cómo enfrentar los problemas
Lección 1
El Plan de Dios para el Hombre
Al empezar esta lección estaremos debatiendo el tema de Cómo iniciar la Iglesia de Cristo en donde se encuentre. Estaremos hablando sobre un número de cosas basadas en lo que la Biblia nos enseña, lo cual nos ayudará a ver la importancia de la Iglesia del Señor, la necesidad de que esta exista en donde estemos y de cómo hacer todo esto posible.
En esta oportunidad, nuestro estudio tendrá relación con el Plan de Dios para el hombre. No solo necesitamos ser conscientes de la existencia de Dios, que somos su creación, sino sobre todo, que Él tiene un plan para el hombre.
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Dios siempre ha existido, Él vive hoy, y siempre será. Él no es físico o terrenal, sino es un espíritu, según Juan 4:24. Él es “un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todo” (Ef. 4:6). Él no solo creó los cielos y la tierra (Gn 1:1), sino que coronó toda Su creación al formar al hombre a Su propia imagen (Gn 1:26, 27; 2:7).
El hombre no vino al mundo por accidente. Ni fue colocado aquí para habitar la tierra sin un propósito o dirección. . Su vida debía vivirla de una forma más noble en lugar de solamente buscar los placeres de este mundo. Más bien, fue puesto para honrar a su creador. Tiempo atrás el salmista David escribió, “Reconoced que Jehová es Dios; El nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos; Pueblo suyo somos, y ovejas de su prado. Entrad por sus puertas con acción de gracias, Por sus atrios con alabanza; Alabadle, bendecid su nombre” (Sal. 100:3,4)
Aun antes de que el hombre fuera creado, Dios ya tenía un plan para él. Él predestinó, predeterminó o decidió que el justo fuera salvo y que el injusto fuera castigado. Hablando a los cristianos en Éfeso, Pablo escribió, “según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado” (Ef. 1:4-6)
Si bien Dios había decidido que los justos fueran salvados y los malvados castigados, Él había dado a cada persona la libertad de decidir el grupo del cual seria parte. Si alguien decidía pasar a las filas de los justos, seria salvo en este mundo y en el venidero, por supuesto que debería entregarse a si mismo al Señor en obediencia para poder ser salvo, y añadido a Su iglesia (Mc. 16:15,16; Hch. 2:47). Dejar de hacer esto significaría que una persona ha elegido formar parte del otro grupo.
Aunque uno nace en este mundo sin pecado, es decir, nace limpio y santo, al llegar a la edad de discernir entre lo bueno y lo malo, se vuelve pecador. En este punto Dios lo hace responsable de sus acciones. Otra forma de decirlo, quien transgrede las leyes de Dios se pierde. El pecado es la trasgresión de la ley de Dios, significa que una persona hace lo opuesto a la voluntad de Dios (1 Jn 3:4). Hablando de este tipo de personas, Pablo dijo, “por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Ro. 3:23)
Dios vio al hombre en pecado, y supo que el pecado trae la muerte (Ro. 6:23) por lo tanto, envió a Su Hijo al mundo para salvar al hombre. Juan escribió, “Y por la fe en su nombre, a éste, que vosotros veis y conocéis, le ha confirmado su nombre; y la fe que es por él ha dado a éste esta completa sanidad en presencia de todos vosotros. Mas ahora, hermanos, sé que por ignorancia lo habéis hecho, como también vuestros gobernantes” (Jn. 3:16,17)
El hombre no podía ser salvo por su propia justicia o a través del sacrificio de animales. Hebreos 10:4 dice, “porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados”. Es por eso que Dios envió a Su Hijo al mundo para vivir entre hombre y para finalmente morir por los pecados del mundo. Leemos, “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira” (Ro. 5:8,9). Pablo dijo que Cristo llevó nuestros pecados en Su propio cuerpo en la cruz (1 P. 2: 24). Cristo mismo dijo que su sangre fue vertida para que pudiéramos tener reemisión de nuestros pecados (Mt. 26:28).
¿Cómo puede la muerte de un hombre y el derramamiento de su sangre salvarnos de nuestros pecados o malas acciones? Debemos entender que solo la muerte de una persona o la sangre de una persona, no podría salvar a alguien. Pero la muerte de Cristo, el Hijo de Dios, el único sin pecado y la sangre de vida que derramó en nuestro favor es un tema diferente. Ese sacrificio y esa sangre pueden salvarnos y hacer posible que seamos perdonados de nuestros pecados.
La siguiente pregunta que viene a la mente seria, ¿Cómo puede la sangre de Cristo ser aplicada a los pecados del hombre para que sean borrados? Según las escrituras, esto se hace al obedecer los mandamientos del Señor. Después de la muerte, sepultura y resurrección de Cristo, Él envió a Sus discípulos con estas instrucciones: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado” (Mc. 16:15,16). Cuando uno cree en el Señor, se arrepiente de sus pecados, confiesa que Cristo es el Hijo de Dios, y es bautizado o sepultado en agua, entonces a través de la obediencia alcanza la sangre de Cristo y es perdonado de sus pecados. Pablo dice, “en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia” (Ef. 1:7). Él se refiere aquí a la sangre de Cristo.
En el libro de Hechos se enlistan 11 casos de conversiones. En cada uno, el registro muestra claramente que a través de su obediencia a los mandamientos del evangelio ellos fueron salvados. Fueron limpiados, perdonados o salvados por Cristo y por Su sangre al obedecer Sus mandamientos. Sin obediencia no hay salvación.
Todos aquellos que obedecieron al Señor y fueron salvados y al mismo tiempo reunidos en un grupo de personas conocidos como la Iglesia de Cristo. Con aproximadamente tres mil personas que pedían ser bautizadas después de escuchar a los apóstoles predicar el evangelio en Jerusalén, el registro dice, “alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos” (Hch. 2:47). Esta iglesia no era una iglesia mas, que pertenecía a un hombre o iniciada por los seres humanos. Más bien, era la iglesia del Señor, el cuerpo espiritual de Cristo. Aquella por la cual Él murió. La única que lleva su nombre, la única por la cual regresará algún día. La iglesia no puede salvar a nadie, sino Cristo es el salvador de la iglesia (Ef. 5:23), y por lo tanto uno debe ser parte de Su iglesia para ser salvo e ir al cielo (Ef. 5:25-27).
Como personas salvas, los cristianos, y los miembros de la Iglesia del Señor, tenemos que adorarle y vivir una vida cristiana fiel para que el cielo pueda ser nuestro hogar eterno. Este es el plan de Dios para el hombre.
Si usted es cristiano y miembro de la iglesia de la cual habla la palabra de Dios, -la Iglesia de Cristo-lo saludamos. Si no lo es, nos gustaría animarlo a pensar seriamente en las cosas que se han dicho, obedecer al Señor, y ser cristiano.
Al continuar con nuestro estudio vamos a demostrarle cuan fácil es obedecer al Señor y ser miembro de la Iglesia de Cristo en donde quiera que se encuentre. Si no hay aún una congregación en el área, le daremos información sobre como establecer una. Continúe estudiando con nosotros y si podemos responder sus preguntas, proporcionarle literatura, o ser de ayuda para usted en su obediencia al Señor, por favor contáctenos.
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