Texto: Lucas 4
Introducción:
A. Uno de los énfasis en este capítulo es el uso que nuestro Señor hizo dela Palabra, guiado por el Espíritu.
B. Nuestras palabras tal vez no siempre logren mucho, pero su Palabra viene con autoridad y poder.
I. La Palabra que conquista al enemigo (4:1-13)
A. Jesús no fue tentado porque:
1. Jesús no fue tentado para que el Padre pudiera determinar el carácter y capacidad del Hijo, porque el Padre ya había aprobado al Hijo (3:22) y lo haría otra vez (9:35).
2. Tampoco fue tentado para darle oportunidad a Satanás a que lo derrotara, porque es probable que Satanás ni siquiera quería esta confrontación, sabiendo que Jesús puede vencer cualquiera de sus tácticas.
3. Jesús fue tentado para que pudiera experimentar personalmente lo que nosotros debemos atravesar, y así estar preparado para ayudarnos (He 2:16–18; 4:14–16) y para mostrarnos cómo podemos vencer al maligno mediante el Espíritu (v.1) y la Palabra de Dios (v.4). Al primer Adán lo probaron en un hermoso jardín y falló; pero el postrer Adán salió victorioso en un terrible desierto.
B. La estrategia tentadora de Satanás:
1. En la primera tentación Satanás quería que Jesús usara su divino poder para suplir, fuera de la voluntad de Dios, sus necesidades. Era cuestión de poner las necesidades inmediatas por delante de los propósitos eternos.
2. En la siguiente tentación Satanás le pidió la adoración que pertenece sólo a Dios («seré semejante al Altísimo», Is 14:14), ofreciendo a Jesús todos los reinos del mundo como recompensa (Sal 2:7–8). Era en realidad una oportunidad para que Jesús escapara de la cruz, pero Él dijo que no.
3. En la siguiente tentación Satanás desafió a Jesús a que sometiera a prueba la Palabra del Padre al saltar del templo; y respaldó su desafío con una cita «editada» del Salmo 91:11-12.
C. Con el poder del Espíritu Santo Jesús usó la «espada del Espíritu» (Ef 6:17) para derrotar al tentador, citando a Deuteronomio 8:3 y 6:13, 16. Jesús no usó sus poderes divinos para ganar la victoria; usó las mismas armas espirituales que cualquiera de nosotros puede usar, si nos rendimos a Él (: Co 10:13).
II. La Palabra convence al pecador (4:14-30)
A. Los sucesos que ocurrieron inmediatamente después de su tentación se registran en Juan 1:19–4:45.
1. Lucas retoma la historia al principio de su primera gira de ministerio en Galilea (Lc 4:14–9:50).
2. Nótese el énfasis que Lucas da en su libro al Espíritu Santo (1:35, 41, 67; 2:25–27; 3:16, 22; 4.1, 14, 18; 10.21; 11:13; 12:10, 12).
3. Lucas nos cuenta sobre la primera visita de nuestro Señor a Nazaret, pero Mateo y Marcos nada más registran su segundo ministerio allí (Mt 13:54–58; Mc 6:1–6). Puesto que Nazaret era su residencia, uno pensaría que la gente allí habría estado lista para recibirlo.
B. Se acostumbraba en los cultos de las sinagogas pedir a los rabíes visitantes que leyeran la lección de las Escrituras e hicieran cualquier comentario que consideraran apropiado.
1. Para este tiempo Jesús había ministrado aproximadamente un año y era muy popular; de modo que fue natural que el líder de la sinagoga le pidiera que participara.
2. La lección designada incluía Isaías 61:1-2 y Jesús la usó como texto para su sermón, en el cual hizo tres anuncios sorprendentes.
- Primero, anunció que las Escrituras se cumplían en Él. Fue ungido por el Espíritu para ministrar a toda clase de necesitados y traerles la salvación del Señor.
- Segundo, anunció que el año del jubileo había empezado. «El año agradable del Señor» se refiere a Levítico 25:8ss, el quincuagésimo año cuando todo en Israel era restaurado a su propio lugar. (Nótese que Jesús omitió una parte de Isaías 61:2, «el día de la venganza de nuestro Dios», porque ese día aún no ha venido.
- Finalmente, anunció que todo esto fue por la gracia de Dios. Dio dos ejemplos de la historia de los judíos para probar que Dios mostró misericordia a los gentiles (I Re 17:1–7; II Re 5:1–15). Los primeros dos puntos fueron aceptables a la congregación, pero no el tercero, ¡porque no querían que ninguna de las bendiciones de Dios fueran a los gentiles! Las palabras de Cristo sobre la gracia fueron tolerables (v.22), pero no sus palabras de juicio; y por su afirmación trataron de matarlo.
III. La Palabra cura al afligido (4:31-44)
A. Jesús dejó Nazaret y se fue a Capernaum, y allí fijó su «cuartel».
1. Cada día del sabbat enseñaba en la sinagoga y su doctrina asombraba a la gente (Mt 7:28-29).
2. Sanar en el día de reposo era una violación de las tradiciones rabínicas, pero Jesús libró de todas maneras al hombre. Es cierto que podía haber esperado otro día, pero el milagro incluía más que rescatar a un hombre poseído. También incluía ayudar a la gente a aprender la diferencia entre las tradiciones del hombre y la verdad de Dios.
3. Jesús realizó varios milagros en el sabbat y esto enfureció a los líderes religiosos (4:38–39; 6:6–11; 13:10–17; 14:1–6; Jn 5, 9).
4. Jesús vino a traer el verdadero reposo de Dios (Mt 11:28–30), pero los escribas y fariseos preferían sus propias tradiciones legalistas.
B. Pedro, Andrés, Jacobo y Juan eran socios en una empresa de pesca en Capernaum (5:10).
1. Pedro estaba casado (I Co 9:5) y tenía una casa en Capernaum con su hermano Andrés (Mc 1:29).
2. Habían vivido en Betsaida (Jn 1:44). Jesús sanó a la suegra de Pedro de una gran fiebre, un «milagro privado» que no hubiera atraído la atención de ninguna autoridad.
C. Pero el milagro que hizo en la sinagoga ¡atrajo una gran multitud a la puerta de Pedro!
1. La gente le llevó a Jesús a los enfermos y afligidos, y Él los sanó.
2. Era después del anochecer, de modo que el sabbat había pasado.
- Nótese que tanto en la sinagoga como en la casa de Pedro los demonios dieron testimonio de que Jesús es el Hijo de Dios, pero Jesús no estimuló su testimonio.
- Con el tiempo, sus palabras y obras convencerían a algunas personas de que en verdad era el Hijo de Dios y el Mesías de Israel; pero no quería ningún testimonio del maligno. Véase Hechos 16:16–18.
D. Tan importante como era suplir las necesidades físicas de la gente, tenían mayor prioridad la oración (v.42) y la predicación (v.43, 44) en el ministerio de nuestro Señor; y también debe tenerlo en el nuestro.
Conclusión:
A. ¿Puede notar cuan poderosa es la palabra de Dios?
B. Necesitamos depender de ella, en todo tiempo.
C. ¡Dios te bendiga!
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