Descomposición
oculta
Mateo 23:27-28
Aunque tenían corazones corruptos,
hacían mucha profesión de piedad. Por eso, Jesús les compara con hermosos
sepulcros blanqueados que están llenos de corrupción.
Lc 11:44, "sois como sepulcros que
no se ven". Este texto se refiere a (Nu 19:16). Por eso emblanquecían los
sepulcros para evitar que la gente los tocaran. De esa manera corregían el
problema.
Mt 23:27 es otro tema, porque el
sepulcro emblanquecido servía de advertencia para que la gente no se acercara, pero
aquí hay simplemente un contraste entre sepulcros hermosos y la corrupción
adentro.
En todos los países hay muchas tumbas
hermosas que exhiben el arte y escultura de distintos pueblos. Parece que la
gente piensa que si el sepulcro es bonito por fuera, entonces lo que contiene
debe ser bonito, pero no es así.
En cierta época en particular las carreteras de Palestina estaban
abarrotadas de peregrinos: en la época de la Pascua. El que uno quedara inmundo
de camino a la celebración de la Pascua sería un verdadero desastre, porque
querría decir que quedaba excluido de participar en la fiesta. Entonces era
costumbre, en el mes de Adar (entre mediados de febrero y mediados de marzo),
enjalbegar (blanquear las paredes) todas las tumbas cerca de los caminos, para
que los peregrinos no entraran en contacto con una de ellas accidentalmente,
quedando en estado de impureza ceremonial. Así que, cuando uno iba de viaje por
los caminos de Palestina un día de primavera, estas tumbas relucían de blancas,
y estaban casi bonitas al sol; pero dentro estaban llenas de huesos y de
cadáveres en descomposición. Así, dijo Jesús, era como eran los fariseos. Sus
acciones exteriores los mostraban como personas intensamente religiosas, pero en
lo íntimo de su corazón estaban asquerosos y podridos de pecados.
A veces hay contraste entre la
reputación y el carácter verdadero de algún individuo “importante”. Lo que la
persona es en privado, lo que hace, lo que piensa, es la verdadera persona.
La diferencia que existe entre lo que
la persona es en privado y lo que es en público es la medida de su hipocresía
(WB). (Tito 1:16; Ro 12:3, 16).
La lección para nosotros, pues, es que
haya verdadero nuevo nacimiento (Jn 3:5), que no seamos conformados al mundo
(Ro 12:2), sino que seamos transformados a la semejanza de Cristo; es decir,
que haya un cambio genuino de corazón como también de vida (Ro 8:29; II Co
3:16; Ef 4:22-32).
El hipócrita solamente quiere la aprobación
y elogio de los hombres, Jn 5:44; Mt 6:1-18.
Esto puede que suceda todavía. Como decía Shakespeare, uno puede que
sonría y sonría, y sea un villano. Uno puede que vaya con la cabeza baja y con
pasos reverentes y con las manos entrelazadas en una postura de humildad, y
estar todo el tiempo mirando por encima del hombro con frío desprecio a los que
considera pecadores. Su misma aparente humildad puede que no sea más que una
pose de orgullo; y, al caminar tan humildemente, puede que esté pensando con
deleite en el cuadro de piedad que representa a todos los que le ven. No hay
nada más difícil para una buena persona que no darse cuenta de que es buena; y
una vez que sabe que es buena, ya deja de serlo, independientemente de cómo les
parezca a los demás.
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