No debería ser un secreto nuestro amor por el Libro de los siglos, lo leo, lo estudio, lo medito, lo memorizo y especialmente lo aplico a mi vida y también El Señor me ha dado el privilegio de poder comunicarlo a otros. Una de las razones principales por amar la Biblia es porque es un libro lleno de esperanza, mientras creces en el conocimiento de las gentes descritas en La Biblia y vez como Dios ha trabajado en sus vidas, tu sabes instintivamente que hay un mañana, detrás de los fracasos y dificultades de ayer; y los afanes y pecados de hoy, encontramos esperanza al apoderarnos lo que Dios nos promete para mañana y esa esperanza nos mantiene como dijere el apóstol “... lo que se ve, para que esperarlo. Pero si esperamos lo que no vemos con paciencia lo aguardamos” Romanos 8:24-25
Una de las mejores maneras de desarrollar intimidad con nuestro Salvador, es invertir una buena cantidad de tiempo en su Palabra, pensando en ella, estudiándola diligentemente hasta hacerla nuestra. Durante el curso de los años usted y yo hemos dependido de buenos maestros bíblicos – pero - verdadero crecimiento personal solamente se efectúa cuando nos sumergimos por nuestra propia cuenta, los maestros nos dan la pauta a seguir, nosotros debemos seguir los pasos indicados de otro manera seremos simplemente oidores olvidadizos.
Manteniendo ese modelo permítanme compartirles, y a la vez que ustedes lo puedan compartir con otros, tres pasos para que la intimidad con Cristo sea una realidad y el crecimiento sea notorio.
1.- Estudia La Palabra con todo tu corazón. Acércate a La Biblia con entusiasmo, “aquello que nos atrae es lo que más hacemos” si no hay una prioridad especifica en tu vida, haz La Palabra tu prioridad por encima de todas las cosas “ ¡cuan dulces son a mi paladar tus palabras! mas que la miel a mi boca” Salmos 119:103
2.- Guarda La Palabra en tu corazón. He vivido lo suficiente para darme cuenta que necesito tener la verdad en mi corazón. Me asusto de mi capacidad intelectual como para ser peligroso, he visto tanta sabiduría humana y vez tras vez me indica que no confié o dependa de ella que si lo hago quedare defraudado. Lo que necesito es Su aprobación, Su luz para que alumbre mis áreas oscuras, Sus preceptos para afirmar mis convicciones y todo ello lo encuentro en Su Palabra.
3.- Apréndela de corazón. En un libro de tradiciones Hebreas encontré que las madres de los primeros siglos enseñaban día tras día, a sus hijos, el salmo 31:5 “Padre en tus manos encomiendo mi espíritu.” Una de las ultimas Palabras que salieron de la boca de nuestro redentor antes de morir. El repitió la misma Escritura que desde su niñez había aprendido en las rodillas de Maria. No conozco ninguna otra disciplina que pueda transformar los pensamientos nuestros que la memorización de La Palabra de Dios. Cuan urgentemente necesitamos reavivar esta practica en nuestros hogares.
Es el sincero deseo de mi corazón que nuestros hogares regresen a La Palabra. La Biblia es el destino final de nuestra esperanza, de nuestras angustias y nuestro consuelo. El Señor usa la vida para enseñarnos el significado de su Palabra y La Palabra para enseñarnos el significado de la vida. Si no hubiera sido por este Libro amado, no hubiera conocido que Jesús me ama, no hubiera conocido que Él murió por mí, no hubiera tenido esperanza de una vida eterna a Su lado y no hubiera conocido la Verdad.
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