jueves, 16 de agosto de 2012

II Epístola de Pedro


I. La autenticidad de la carta

A.    La autenticidad de II Pedro carece de evidencia externa más que cualquier otra carta del Nuevo Testamento. 
1. En el principio no era aceptada generalmente como canóni­ca.  Muchos de los llamados "Padres Apostólicos" (los religiosos primiti­vos que escribían y comentaban sobre las Escrituras inspiradas) no cita­ron directamente de II Pedro, aun­que sí hay en los escritos entre algunos de ellos citas muy parecidas a textos en dicha carta.
2.  II Pedro era parte de la colección de libros llamada la antilegómena (palabra griega com­pues­ta de "contra" y "decir"; o sea, libros "disputados").  Los otros libros de esta colección eran He­breos, Santiago, 1 y 2 de Juan, Judas, y Apo­calip­sis). No eran libros rechazados, sino puestos en dudas.  Esta colección de li­bros no ha de ser confundida con la de los "espurios", libros que nunca llegaron a ser con­siderados como canónicos. Los manuscritos más an­tiguos sí contienen los libros mencionados arriba (la antile­gómena); son el Si­naítico (350), el Vaticano (325-350) y el Alejandrino (450). El concilio de Lao­dicea (año 366), el de Hipona (393) y el de Cartago (397) incluyeron a II Pedro en el canon de las Escrituras Sagradas.
B.    La evidencia interna de su autenticidad es de peso.
1.    Pedro reclama ser el au­tor, y se expresa en el v.1 en una manera en que ningún autor falso lo ha­ría.
2.    Dice en 3:1 que ya había escrito a los mismos lectores a quienes se diri­gió I Pedro.
3.    En 1:14-15 se identifica con el Pedro de Jn 21:18-19.
4.    Se inclu­ye con los demás apóstoles como testigo ocular de la transfigura­ción (1:16-17).
5.    Los dos libros tocan temas iguales: la segunda venida de Cristo (I Pe 4:5, II Pe 3:10), la inspiración de los profetas (I Pe 1:10-11; II Pe 1:20-21), y el evitar la mundanalidad (I Pe 1:22; II Pe 1:4).  En las dos cartas se encuentra la palabra griega rara traducida "virtud" (o excelencia). La re­fe­rencia a "nuestro amado hermano Pablo" corresponde a lo que diría el apóstol Pedro, mientras que un autor falso de tiempo más tarde se habría expre­sado, re­firiéndose a Pablo con títulos eclesiásticos comunes de la época (por ejemplo, "San Pablo").
C.   No hay nada de herejía en este libro, ni ninguna enseñanza que contradiga las verdades de los demás libros del Nuevo Testamento. Los libros apócrifos siempre llevan mucho detalle biográfico que obviamente son de la imaginación. No hay nada de esto en este libro.        
 
II. El autor de la epístola          

A.  Simeón Pedro reclama ser su autor (1:1). Orígenes (185-254) dice que Pedro dejó una epístola y que se admita que también otra.  Jerónimo (347-420), traductor de la Versión Vulgata, dice que Pedro escribió dos epístolas. Las referencias en esta epístola a la vida del autor concuerdan con el apóstol Pedro. El autor conocía a Pablo personal­mente y se consideraba como igual a él.        
B.    Si Pedro es el autor de II Pedro, entonces la autenticidad de la carta es innegable.

III. A quienes la escribió   

A.  En el principio de la carta no se nombran ningunos recipientes en particu­lar, pero II Pe 3:1 identifica los destinatarios como los mismos que se mencionan en I Pe 1:1-2. 
B.   Probablemente la segunda carta fue escrita desde Babilonia también (I Pe 5:13). 
C.   En realidad no hay información exacta sobre el particular.

IV. El propósito de la carta

A.   Como la primera epístola de Pedro consolaba a los hermanos en grandes prue­bas de la fe, debido a la persecución, la segunda muestra que la falsa doctri­na era un peligro tan grande para su fe como la persecución. 
B.   La segunda fue es­cri­ta para advertir en con­tra de los falsos maestros que ya iban aparecien­do, aunque el uso del tiempo futuro (2:1-3, habrá, introducirán, seguirán, ha­rán) indi­ca que la manifestación plena de sus errores todavía no había llega­do.
C.  La falsa doctrina combatida en esta epístola apunta a lo que más tarde vi­no a ser llamado el gnosticismo “Doctrina filosófica y religiosa de los primeros siglos de la Iglesia, mezcla de la cristiana con creencias judaicas y orientales, que se dividió en varias sectas y pretendía tener un conocimiento intuitivo y misterioso de las cosas divinas.” Este nombre se deriva de la palabra griega gnosis, que quiere decir “conocimiento.” Los gnósticos reclamaban tener un conocimiento superior a los demás. Usaban mal a Juan 17:3, reclamando que lo único importante era el conocimiento, y según ellos este conocimiento era la filosofía que abogaban. Su sistema era uno de intelectualidad y no de moralidad. Según ellos, las expresiones del apóstol Pablo respecto a “libres de la ley” quieren decir libres de toda restricción moral. La salvaguarda contra el error es el cono­cimiento que ha sido dado en el evangelio.  Los falsos maestros hablaban mucho acerca de su "conocimiento" ad­quirido por intuición (por eso eran llamados "gnósticos". En vista de esto, Pedro ahora escribe a los hermanos para confirmarles en la fe del evangelio, el "pleno conocimiento" de Jesucristo (1:2-3). Este es el tema principal. La palabra "conocimiento" aparece un buen número de veces en esta carta.
D.  Los falsos maestros que describe Pedro eran libertinos, radicales, y burla­dores. Ne­gaban la deidad de Jesús y la humanidad de Cristo. Eran sensuales, negando la realidad del pecado. Negaban la doctrina apostólica con referencia al fin del mundo. (Los evolucionistas de hoy hacen el mismo argumento que ha­cían los gnósticos, 3:4, llamándolo "el uniformitarianismo"). Abogaban por ideas y prácticas que más tarde caracterizarían al gnosti­cismo. Estos eran cristianos que habían bebido de la fuente de esa falsa filosofía.  Habían sido bautizados en Cristo, pero luego abandonaron la fe (comparemos II Pe 2:21-22, I Jn 2:18,19).  Pedro enfatiza que la destrucción de ellos es cierta, y exhorta a los hermanos a no caer en el error de esos inicuos.
E.  Pablo trata el mismo problema en (Col 2:8, 16-23), y recuerda a los hermanos que en Cristo uno es completo. Al cristiano no le falta ningún supuesto cono­ci­miento filo­só­fico humano.
F.   En su finalidad esta carta nos recuerda mucho de las advertencias de Pablo en tales pasajes como (Hch 20:29-31; Col 2:8; II Tes 2:3; I Ti 4:1-3; II Ti 3:1-4).

V. Tiempo de escritura

A.    Alrededor del 66 o 67 d. de J.C.
B.    Pedro ya era de grande edad cuando la escribió (II Pe 1:14; Jn 21:18-19).
C.   Se cree que Pedro fue muerto al fin del año 67, o a principios del 68, en el año decimotercero de Nerón.
D.  Si no todas, la mayor parte de las cartas de Pablo ya habían sido es­critas (3:15-16).  Estas cartas fueron escritas entre el año 62 (I Tes) y el 66 (II Tim).  Había pasado suficiente tiempo para que fueran pervertidas algu­nas de dichas cartas.
E.   Esta epístola, mayormente en el capí­tulo 2, trata los mismos problemas tratados en el libro de Judas, el cual fue escrito probablemente cerca del 65 d.C.
F.    La falsa filosofía del gnosticismo llegó a ser problema verdadero ya tarde en el siglo primero.
G.   Desde luego es imposible fijar una fecha exacta.

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