miércoles, 2 de noviembre de 2016

¿Pedro el primer Papa? (1)

I. EL NOMBRE: PAPA


Papa significa “padre”. Este título, atribuido anteriormente a todos los obispos y sacerdotes, fue usado por primera vez por Liberio, obispo de Roma (352-366).


En 1073 Gregorio VII en un concilio romano sintetizo, en algunas frases, los derechos ya adquiridos por el obispo romano, entre otros: “El nombre Papa es único en el mundo y solamente el obispo romano puede usarlo” (VII Proposición). Por lo tanto, el titulo de Papa es reciente. En el año 1 073 empezó a ser usado en forma generalizada.

Jesús prohibió a sus discípulos, Pedro incluido, usar el nombre “papa”, o sea, padre. Lo podemos comprobar en cualquier versión del Nuevo Testamento. Esta es la diferencia entre la Iglesia Católica Apostólica Romana y la iglesia de Cristo: mientras los católicos opinan que hay que creer todo lo que el Papa afirma y prohíben la lectura de la Biblia protestante por no tener notas católicas, nosotros decimos que cada uno crea solamente lo que dice la Biblia verificando por sí mismo los pasajes, sin importarle la edición. La Biblia es una sola, no importa que haya sido editada por católicos o no.

En Mateo 23:9 leemos: “Ni llaméis a nadie ‘Padre’ vuestro en la tierra porque uno solo es vuestro Padre: el del cielo”. En los tiempos de Jesús, había escribas que obraban de maestros y exigían ser llamados “padres” por sus discípulos, igual que los católicos llaman actualmente “Padre” al obispo de Roma. Jesús con su prohibición, quería decir: “No llaméis a nadie padre espiritual en la tierra, ya que solamente a nuestro Padre celestial le está reservado este título”.

Por lo tanto si alguien le preguntara a Pedro: “¿Eres tú el Papa?”, contestaría: “No lo soy. He aprendido de Cristo a guardar ese nombre, “Papa”, solo para el Dios que está en los cielos quien es el verdadero Padre de todos”.

II. EL OBISPO DE ROMA

Se afirma que el obispo de Roma es el sucesor de Pedro en el pontificado romano supremo. Pero aquí surge un enigma que no se ha aclarado aun: ¿Estuvo en realidad Pedro en Roma? Tratemos de examinar las principales teorías:

A. Arqueología

1. Falsos monumentos.

Hace tiempo se sostenía (actualmente continúan haciéndolo muchos guías turísticos romanos) con demasiada facilidad la presencia de Pedro en Roma mediante falsos argumentos arqueológicos.

a) Todavía hoy los guías enseñan la cárcel Mamertino, a la cual habría descendido Pedro por una empinada escalera y al ser golpeado habría dejado su imagen contra la roca. Sin embargo, esto no es mas que una leyenda. Pedro jamás pudo entrar en esa cárcel ya que estaba reservada a personajes de alto linaje, culpables de rebelión al gobierno central de Roma. También los guías enseñan una pequeña bañera diciendo: “Aquí Pedro bautizo a dos carceleros convertidos por medio de su palabra”. Nosotros pensamos que todas estas leyendas no hacen otra cosa que distorsionar la creencia del pueblo siempre dispuesto a aceptar todo cuanto se les dicen a ojos cerrados. Por lo tanto, no les cuesta creer que Pedro en verdad fue a Roma.

b) Si se llega a la Iglesia de San Sebastián, cerca de las catacumbas anónimas en la vía Appia, se les muestra a los turistas una piedra con las marcas de dos gruesos pies. Y les dirán: “Esa es la marca dejada por Jesús cuando se le apareció a Pedro en la vía Appia, mientras éste abandonaba Roma a raíz de las persecuciones de Nerón. Pedro le preguntó al Maestro, “¿A dónde vas?” Le habría contestado Cristo, “Nuevamente al martirio de la cruz”. Por lo cual Pedro, confundido y arrepentido volvería a Roma para soportar el martirio por Jesús, y ahí en ese lugar la piedra conservo milagrosamente la marca de los pies de Cristo.

¡Todo es leyenda, nada mas que leyenda! En la Enciclopedia Católica (vol. IX, pag. 1423, “Pedro el apóstol”), vemos que esa presunta reliquia de Cristo no es otra cosa que una ofrenda votiva presentada originariamente por un peregrino a un templo pagano. En esos tiempos era costumbre dejar marcas de pies para dar testimonio de los peregrinajes votivos a ese lugar. Luego, esta piedra fue transportada (no se sabe cómo) a un templo católico, desde el pagano. Todavía hoy está expuesta a la veneración, como si fuera una milagrosa reliquia de la aparición de Cristo a Pedro.

c) Si visitan la Basílica de San Pedro en Roma les enseñaran un sillón presuntamente usado por el apóstol durante su estadía en Roma. Actualmente no es posible ver en detalle la silla porque está cubierta de decoraciones artísticas. Sin embargo personas que la vieron siglos atrás tuvieron la posibilidad de examinarla mejor. Vieron una silla árabe con esta inscripción: “solo hay un Dios, Ala, y Mahoma es el profeta” (cfr. L.D. Sanctis, Roma papales, Florencia 1871, 78-81). Es raro que dicha silla se encuentre en el máximo templo del catolicismo.

2) Pruebas Hipotéticas

La única prueba verdadera es que sobre la colina vaticana en el año 200 DC. Existía un pequeño templo erigido en memoria del apóstol Pedro. Lo atestigua el sacerdote Caio y lo confirman los grandes descubrimientos arqueológicos efectuados por mandato del difunto Papa Pio XII.

Pero ese pequeño templo, ahora reencontrado, (¿Fue un monumento erigido en el lugar del martirio de Pedro, o solamente un edificio sagrado dedicado a su memoria? ¿Fue ése el lugar de su tumba? No lo sabemos con certeza. Es preferible dudar de la estadía de San Pedro en Roma. Puede ser que haya estado, también es posible que no. Siendo buenos historiadores, y deseosos de documentar toda afirmación, es preferible dejar aquí un interrogante en vez de inclinarnos por la afirmación.

B) La Biblia

Una sola cosa es cierta. Si Pedro fue a Roma, fue pocos meses antes de morir y no transmitió ningún poder al obispo de Roma. ¿Cómo se puede documentar esta afirmación?

Ante todo encontramos que Pablo escribió una carta a los romanos. Y en esa carta él saluda a muchas personas. Entre ellas, Pedro no es nombrado, lo que significa que en ese tiempo (posiblemente en el 56-58 D.C.) él no se encontraba en Roma.

En el libro de los Hechos encontramos una afirmación curiosa. Pablo se encuentra en la cárcel y algunos hebreos le dicen: “De la religión cristiana solo sabemos que es perseguida en todas partes”. Estas son sus palabras: “Nosotros no hemos recibido de Judea ninguna carta que nos hable de ti, ni ninguno de los hermanos llegados aquí nos ha referido o hablado nada malo de ti. Pero deseamos oír de ti lo que piensas, pues lo que de esa secta sabemos (para los judíos, el cristianismo era una secta), es que en todas partes se la contradice” (Hechos 28:21-22).

¿No es de extrañar, entonces, si de verdad Pedro estuvo en Roma que siendo él, el apóstol de los circuncisos, no les hablara de la religión cristiana a estos judíos? Quiere decir que hasta ese año (62 DC.) Pedro todavía no había estado en Roma. Los cristianos que estaban allí habían sido paganos, convertidos a Cristo gracias a otros cristianos que llegaron a la capital desde ciudades orientales y que personalmente habían abrazado la nueva fe convirtiéndose en sus divulgadores.

Poco tiempo antes de morir, Pablo escribe una carta, la segunda a Timoteo. El capítulo 4, versículos 10 y 16 dicen: “porque me ha abandonado Demas por amor a este mundo y se ha marchado a Tesalónica; Crescente, a Galacia; Tito, a Dalmacia. El único que está conmigo es Lucas… En mi primera defensa nadie me asistió, antes bien todos me desampararon. Que no se les tome en cuenta”.

Si Pedro hubiera estado presente ¿cómo habría podido abandonar a su querido hermano de predicación y apostolado? Entonces Pedro no estaba en Roma. Por eso Pablo queda solo sin amigos y sin defensor, confiando solamente en ese Dios que nunca abandona a los suyos.

Cuando Pablo en el año 64 DC. Escribe su última carta, Pedro todavía no había llegado a Roma. Si estuvo, sólo fue después del año 64, o tal vez al finalizar ese año, para padecer el martirio durante la persecución de Nerón.

C) Organización de la Iglesia Romanas.

Un hecho aún más importante es la situación de las iglesias de entonces. En ellas no había un solo obispo al cual trasmitir los eventuales poderes de Pedro. No tenían la organización de la Iglesia Católica de hoy. En aquel tiempo cada comunidad, incluida la romana, estaba dirigida por obispos o ancianos (Hechos 20:17, 28) que conjuntamente dirigían la iglesia. Debían ser bien conocidos por los hermanos que los elegían, tenían la dirección de la comunidad y toda persona propuesta tenía que ser elegida por ellos. Justamente en Hechos 14:23 leemos que Pablo y Bernabé “Designaron presbíteros en cada Iglesia y después de hacer oraciones con ayunos, los encomendaron al Señor en quien habían creído”. Cada iglesia tenía, por lo tanto, sus ancianos (del griego: presbíteros), que además ejercían la función de obispos. En Hechos 20:17, leemos: “Desde Mileto envió a llamar a los presbíteros de la Iglesia de Efeso”. Cuando los ancianos llegaron, Pablo les habló de esta manera: “Tened cuidado de vosotros y de toda la grey en medio de la cual os ha puesto el Espíritu Santo como vigilantes para pastorear la Iglesia de Dios que él se adquirió con su propia sangre” (Hechos 20:28).

Cada pequeño núcleo de cristianos, cada iglesia local tenía sus ancianos u obispos elegidos que codirigían la comunidad. En I Timoteo 5:17 dice: “Los presbíteros que ejercen bien su cargo merecen doble honor, principalmente los que se afanan en la predicación y en la enseñanza”. También en Roma era así.

No había sólo un obispo, sino varios ancianos, varios obispos que juntos dirigían la iglesia. No existía una persona destinada a ser Papa y a la cual Pedro transmitiera poderes, en el supuesto caso de que el poseyera algunos para transmitir. Fue solamente León Magno (440-461), en el siglo V, cuando ya la constitución monárquica de las diócesis se había impuesto en todas partes, el que se auto proclamó “sucesor de Pedro”. Antes de él ningún otro obispo de Roma lo afirmó. Pero esta afirmación es sólo una hipótesis basada en documentos históricos falsos que no nos asegura que Pedro haya estado en Roma. Eso es posible aunque no tenemos una prueba valedera al respecto.

El falso documento histórico afirmaba que un sólo obispo gobernaba o dirigía la comunidad, heredando él los presuntos poderes de Pedro, pero en ese tiempo no había un solo obispo, sino una colectividad de ancianos (también llamados obispos) que juntos dirigían a los hermanos.

En todo caso, habría que hablar de poderes delegados a toda la comunidad o a todo el colegio presbiterial de Roma, y no a un solo Papa.

Por: Fausto Salvoni

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