jueves, 22 de noviembre de 2012

Dios desea que yo sea un modelo de su carácter

Introducción: 
EBSERMONES

A. Dios tiene un plan para con nosotros. Ese plan incluye que seamos parte su pueblo y que cada creyente sea un modelo de su carácter. 

1. Quiere que lo imitemos, que vayamos siendo transformados y pareciéndonos más a Cristo. 
2. El apóstol Pedro lo dijo: “...como aquél que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir” 

B. Pablo nos manda a no ser conformados por los deseos de este mundo, sino a ser transformados mediante la renovación de nuestra mente, y esto a través de la Palabra de Dios. En una ocasión dijo: “ya no vivo yo; Cristo vive en mí”. Es nuestro deber crecer en semejanza a Cristo, nuestro modelo de conducta y carácter. 

C. Veamos algunas maneras en que podemos imitar a Cristo en lo que hizo mientras estuvo aquí en la Tierra. 


I. En medio del sufrimiento (I Pe 2:22). 

A. Hay muchas causas del sufrimiento. Sin embargo, hay dos razones básicas: justas e injustas. Sufrimos justamente cuando se trata de alguna consecuencia de nuestro pecado, cuando es el resultado de alguna necedad o simplemente cuando se trata de los efectos de vivir en un mundo imperfecto y lejos del temor de Dios. 

B. El apóstol no se refiere a ninguna de estas circunstancias. Pedro se refiere a sufrir como resultado de hacer el bien. El sufrimiento que tiene en mente se trata de uno que tiene como causa alguna injusticia. (El v.22) dice claramente que Cristo no cometió pecado; sin embargo, él escogió sufrir para que nosotros pudiéramos ser libres. 

C. En la época de Pedro, muchos cristianos eran criados, siervos o empleados; Pedro los anima a que estén sujetos a los amos sin importar si su carácter los hacen merecedores de su obediencia. 

D. Cuando seguimos el ejemplo de Cristo y vivimos para los demás, también podemos llegar a sufrir. Nuestra meta debe ser afrontar el sufrimiento como Cristo: con paciencia, calma y confianza de que Dios tiene el dominio del futuro. 

E. En medio de una sociedad enferma por deseos de venganza, odio, resentimiento y rebelión a las autoridades, debemos estar dispuestos a sufrir por el bien mayor de los demás. Alguien le preguntó a un creyente ¿Porqué sufren los justos? A lo que respondió. ¿Y por qué no? Ellos son las únicas personas que pueden resistir. 


II. En el servicio (Jn 13:14-15). 

A. Era la última noche que Jesús pasaría con sus discípulos antes de ir al Calvario a morir por ellos cuando hizo algo que los dejó a todos con la boca abierta: lavarles los pies sucios y llenos de polvo. Lavar los pies de los invitados era una tarea que era realizada por un siervo, no por el anfitrión. Lo hacía el esclavo, no el dueño de la casa. Y no era cualquier siervo, sino el de menor rango. Con razón Pedro se sorprendió hasta el punto de indignarse y resistirse a que Jesús le lavara sus pies. 

B. Al igual que Pedro, no hemos entendido la lección que Jesús enseñó a sus discípulos aquella noche de intimidad; que en el reino de los cielos es imposible dirigir sin estar dispuesto a servir. Es muy fácil y agradable servir a quienes consideramos que están por encima de nosotros, como nuestro jefe, el pastor, nuestros padres, alguna autoridad o simplemente alguna persona renombrada. Pero servir a quienes consideramos por debajo de nosotros como nuestros hijos, empleados, esposas (en el caso de los maridos) requiere de mucho esfuerzo; es un precio muy alto que pocos están dispuestos a pagar. 

C. Esto nos deja una gran enseñanza: Si Dios, el rey del Universo hecho carne está dispuesto a servir, cuánto más nosotros (sus criaturas) debemos imitarlo sirviendo de cualquier manera que glorifiquemos su Nombre. Lo menos que podemos hacer al respecto es lo mismo que está en el (v.16): no somos mayores que nuestro Señor; así que debemos ir más allá del reconocimiento de lo importante que es servir y demostrarlo con hechos. 

D. Tal vez nos haga falta resaltar una frase que aparece escondida en el (v.1) allí dice que Jesús amó a sus discípulos hasta el fin. Los amó hasta en el último momento. Una posible traducción podría ser que los amó hasta lo sumo. Y eso es precisamente lo que Jesús demostró en estos últimos 4 capítulos del evangelio de Juan. Un amor intenso, sacrificial y abnegado (como el de Jesús) es lo que necesitamos para servir a la gente. Dios manda a servir a los demás hasta el punto de estar dispuestos a dar nuestra vida. 

E. Piense ahora mismo: ¿A quién puedo servir hoy? ¿Quién necesita de mis capacidades, de mis posesiones, de mis palabras, de mi esfuerzo, de mi dinero? No pierda de vista que hay una bendición para todos aquellos que saben y hacen lo que Jesús demanda de nuestras vidas. Hemos visto que debemos ser modelos del carácter de Dios en el sufrimiento y en el servicio. Finalmente, podemos ser un modelo del carácter de Dios en 


III. En la pacificación (Col 3:13). 

A. ¡Qué palabras más pesadas a nuestros oídos... y mucho más para nuestra voluntad! Somos vulnerables a las ofensas de los demás hasta el punto de que andamos siempre a la defensiva para no ser atacados. Hemos sido condicionados a responder instantáneamente de la misma manera en que somos agredidos por quienes nos rodean. Vivimos en el nivel de devolver mal por mal. No queremos ser vistos como inferiores o débiles si no respondemos la ofensa. Queremos ser nosotros los que tengamos la última palabra. 

B. Y si no podemos salir triunfadores porque nos topamos con alguien más terco que nosotros, entonces abrigamos los perversos sentimientos de odio, resentimiento y amargura, que como dice Santiago comienza como una peligrosa raíz, pero al final llegan a contaminar a muchos. Mucha gente hoy duerme y despierta con resentimiento y odio hacia ciertas personas que en algún momento de sus vidas los agredieron o hirieron. En sus corazones hay sentimientos de venganza y rencor, y en consecuencia no viven en gozo y paz completos. 

C. Hubo alguien que tuvo todos los motivos para abrigar rencor, venganza y resentimiento, pero que se resistió a la idea de ser vencido por ellos. Tenía todo el poder a su alcance para despedazar a sus enemigos, pero que en lugar de eso decidió hacer lo impensable: perdonó. Jesús fue burlado, agredido, despreciado y traicionado mientras estuvo en la Tierra, pero en ningún momento dio muestras de ira hacia sus enemigos. En vez de agredir, él sanó; en vez de maldecir, él bendijo; en vez de atacar, se dejó atacar. Su misión fue de reconciliar al mundo con Dios, a pesar de que le tuvo que costar su misma vida. 

D. Todo esto que se enseña en cada página de la Biblia es muy conocido por todos nosotros. Pero, ¿Por qué nos cuesta tanto trabajo hacer lo mismo? La respuesta es simple: nos hemos olvidado de cuánto Dios nos perdonó. Dios nos perdonó y promete que nunca más se acordará de nuestras ofensas; es más dice que las ha echado en el fondo del mar. Cuando Ud. le vuelve a pedir perdón a Dios por un pecado que ya le ha confesado anteriormente, él se sorprende y pregunta: ¿De qué me hablas? ¿Cuál pecado? 

E. ¿Le es difícil perdonar a alguien que se ha equivocado un poco, cuando comparado con Dios, él le ha perdonado a Ud. muchísimo? Entonces necesita meditar y reflexionar bastante en todo lo que significó la muerte para Cristo. Su perdón y amor infinitos seguramente le ayudará a amar y a perdonar a otros. No olvide: De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. 

F. Ilustración: No hace mucho tiempo, dos hermanos que vivían en granjas juntas cayeron en un conflicto. Este fue el primer conflicto serio que tenían en 40 años de cultivar juntos hombro a hombro, compartiendo maquinaria e intercambiando cosechas y bienes en forma continua. Esta larga y beneficiosa colaboración terminó repentinamente. Comenzó con un pequeño malentendido y fue creciendo hasta llegar a ser una diferencia mayor entre ellos, hasta que explotó en un intercambio de palabras amargas seguido de semanas de silencio. Una mañana alguien llamó a la puerta de Luís. Al abrir la puerta, encontró a un hombre con herramientas de carpintero. "Estoy buscando trabajo por unos días", dijo el extraño: "quizá usted requiera algunas pequeñas reparaciones aquí en su granja y yo pueda ser de ayuda en eso". - "Sí", dijo el mayor de los hermanos, "Tengo un trabajo para usted. Mire, al otro lado del arroyo aquella granja, ahí vive mi vecino, bueno, de hecho es mi hermano menor. La semana pasada había una hermosa pradera entre nosotros y él tomó su tractor y desvió el cauce del arroyo para que quedara entre nosotros. Bueno, él pudo haber hecho esto para enfurecerme, pero le voy a hacer una mejor". ¿Ve usted aquella pila de desechos de madera junto al granero? "Quiero que construya una cerca, una cerca de dos metros de alto, no quiero verlo nunca más." El carpintero le dijo: "Creo que comprendo la situación. Muéstreme donde están los clavos y la pala para hacer los hoyos de los postes y le entregaré un trabajo que lo dejará satisfecho." El hermano mayor ayudó al carpintero a reunir todos los materiales y dejó la granja por el resto del día para ir por provisiones al pueblo. El carpintero trabajó duro todo el día midiendo, cortando, clavando. Cerca del ocaso, cuando el granjero regresó, el carpintero justo había terminado su trabajo. El granjero quedo con los ojos completamente abiertos, su quijada se cayó. ¡No había ninguna cerca de dos metros! En su lugar había un puente -¡un puente que unía las dos granjas a través del arroyo!- Era una fina pieza de arte, con todo y pasamanos. En ese momento, su vecino, su hermano menor, vino desde su granja y abrazando a su hermano le dijo: "¡Eres un gran tipo; mira que construir este hermoso puente después de lo que he hecho y dicho!". Estaban en su reconciliación los dos hermanos, cuando vieron que el carpintero tomaba sus herramientas. "¡No, espera!", le dijo el hermano mayor. "Quédate unos cuantos días. Tengo muchos proyectos para ti", le dijo el hermano mayor al carpintero. "Me gustaría quedarme", dijo el carpintero, "pero tengo muchos puentes por construir". 


Conclusión: 

A. Lo que hizo Cristo es nuestro máximo ejemplo: son como las pisadas en las que debemos poner nuestros pies todos los días para caminar con seguridad. 

B. Si queremos ser luz del mundo, es necesario ser modelos del carácter de Dios, que nos ha sido revelado en su Hijo Cristo. 

C. Al vivir como Él traeremos gloria y nuestras vidas serán bendecidas ampliamente.

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