TEXTO: Mateo 21:1-11; I Tim 6:15
INTRODUCCIÓN:
INTRODUCCIÓN:
A. En un país donde no hay rey, poco se entiende el concepto de una MONARQUIA. La monarquía es una organización de estado en la que la jefatura y representación supremas son ejercidas por una persona que, a título de rey, ha recibido el poder por vía hereditaria y puede transmitirlo del mismo modo.
B. En los próximos minutos pasaremos un poco de tiempo hablando sobre El Rey de Reyes, un rey sin igual e incomparable.
I. UN REY PROFETIZADO (Mt 21:6-11; Zac 9:9)
A. En el A.T. hay una gran cantidad de versos en os que se mencionan a un futuro rey para el pueblo de Dios. (a) Su linaje (Gn 49:10; II Sam 7:16; I Cr 17:14). (b) Su soberanía (Sal 45:7; 110:1; Is 33:22; 42:1-4). (c) Su reinado (Sal 2:6; Is 22:22; Is 55:3; Jer 23:6).
B. La escritura del A.T. y su cumplimiento en el Nuevo Testamento, ponen a Jesús nuestro Señor sobre el trono de David, trono que le corresponde tanto por linaje como por elección (Dios lo ungió). ¡Él es el Rey!
II. UN REY HUMILDE (Mt 11:29; Fil 2:5-11, 3)
A. La narración de nuestro texto de reflexión inicia diciendo que Jesús dio a los discípulos órdenes precisas sobre cuáles serían sus cabalgaduras (21:2-3).
B. La IMAGEN que Israel ha tenido de un rey, siempre fue la de un imponente guerrero, investido de fuerza física y garbo y claro de seguro también dispuestos a asumir los compromisos de tener uno así (I Sam 8:10-20).
C. Totalmente diferente a las expectativas equivocadas de los judíos, Jesús como Rey de Reyes hace la diferencia con su mansedumbre y humildad.
III. UN REY GLORIOSO (Hch 2:29-35)
A. La diferencia entre Jesús nuestro rey con otros reyes, con los reyes del pasado del Israel, es que sus vidas, cuales fueran, estuvieron atados tanto por vida y por muerte únicamente a la tierra a la cual gobernaron desde sus tronos.
B. El reinado de Cristo, es uno que ha trascendido hasta los cielos, y ha traspasado las fronteras de las naciones, la muerte no significa nada, sigue siendo el rey. “¡EL REY DE REYES Y EL SEÑOR DE SEÑORES!”
CONCLUSIÓN:
A. Que privilegio más grande el ser súbdito de este rey en su reino.
B. Si aún no eres súbdito del Rey de Reyes, entonces es tiempo de empezar: Cree en él (Jn 8:24), arrepiéntete de tus pecados (Lc 13:13), confiesa tu fe en él (Mt 10:32-33) y se bautizado para la remisión de tus pecados (Hch 2:38; 22:16).
C. “Con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz; el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados” (Col 1:12-14).
0 comentarios:
Publicar un comentario