jueves, 10 de mayo de 2012

El carácter cristiano


Todo este capítulo trata de lo que podríamos llamar El carácter cristiano en acción. Considera a las personas por edades y condiciones, y establece cómo deben ser en el mundo. Empieza por los hombres de edad.

I. Los hombres de edad (Tito 2:1-2)
A. Deben ser sobrios. La palabra original es néfálios, que quiere decir literalmente sobrio en contraposición a dado a excesiva indulgencia en cuanto al vino. Lo importante es que cuando un hombre ha llegado a la edad de la madurez debe ya haber aprendido cuáles son y cuáles no son los verdaderos placeres. Los hombres de edad deben haber aprendido que los placeres de indisciplina personal cuestan mucho más de lo que valen.
B. Deben ser personas serias. La palabra original es semnós, que describe al que es serio en el buen sentido. No se refiere a ser un lúgubre aguafiestas, sino a que sea una persona que sepa que vive a la luz de la eternidad, y que no pasará mucho tiempo antes que pase de la compañía de las personas a la compañía de Dios.
C. Deben ser prudentes. La palabra original es sófrón, que describe al hombre que lo tiene todo bajo control. Con los años, la persona de edad debe haber adquirido ésa fuerza de la razón purificadora y salvadora que ha aprendido a gobernar todos los instintos y las pasiones para que ocupen su lugar adecuado y no más.
Tomando las tres palabras juntas se obtiene el sentido de que la persona de edad debe haber aprendido lo que puede llamarse la seriedad de la vida. En la juventud se puede perdonar una cierta medida de precipitación y de improvisación, pero los años deben contribuir a la sabiduría. Una de las cosas más trágicas de la vida es la persona que no parece haber aprendido nada con los años.
D. Además, hay tres grandes cualidades en las que un hombre de edad debe ser sano.
1.     Debe ser sano en la fe. Si uno vive realmente cerca de Cristo, el paso de los años y las experiencias de la vida, lejos de quitarle la fe se la harán más fuerte. Los años nos deben enseñar, no a confiar menos en Dios, sino a confiar más en Él.
2.     Debe ser sano en el amor. Bien puede ser que el mayor peligro de la edad sea que nos arrastre al critiqueo y la hipercrítica. Algunas veces los años se llevan la simpatía. Desgraciadamente es posible que uno se afinque en sus maneras hasta tal punto que lleguen a fastidiarle todas las cosas y las ideas nuevas. Pero los años deberían aportar, no una intolerancia creciente, sino una creciente simpatía hacia los puntos de vista y los errores de otros.
3.     Debe ser sano en la firmeza. Los años debieran templarle a uno como al acero, capacitándole para soportar más y más, y surgir más y más como vencedor de las pruebas de la vida.

II. Las mujeres de edad (Tito 2:3-5)
A. Esta claro que en la Iglesia Primitiva se les concedía a las mujeres de edad avanzada una posición respetable y responsable. E. F. Brown, que había sido misionero en la India y conocía a fondo la sociedad angloindia del pasado, relata una cosa de lo más interesante. A un amigo suyo de permiso en Inglaterra le preguntaron: "¿Qué es lo que le gusta más de la India?" Y su respuesta sorprendente fue: «Las abuelas.» En el pasado había pocas mujeres de edad avanzada en la sociedad angloindia, porque los encargados de la administración del país casi invariablemente llegaban al final de su servicio y volvían al Reino Unido todavía bastante jóvenes; y la falta de mujeres de edad era una deficiencia seria. E. F. Brown continúa diciendo: «Las ancianas cumplen una función muy importante en la sociedad; tan importante que uno no se da cuenta hasta que es testigo de una vida social de la que están casi ausentes. Las amables abuelas y las solteronas simpáticas y caritativas son las consejeras naturales de los jóvenes de ambos sexos.» Las mujeres de edad avanzada a las que los años les han dado serenidad y simpatía y comprensión tienen un papel importante en la vida de la iglesia y de la comunidad que les corresponde por derecho propio.
B. Aquí se establecen las cualidades que las caracterizan.
1.    Su porte debe ser el que corresponde a las que se dedican a las cosas sagradas. Como bien se ha dicho: «Deben aportar a la vida diaria el porte de las sacerdotisas en un templo.» Como decía Clemente de Alejandría: «El cristiano debe vivir como si toda la vida fuera una convocación sagrada.» Es fácil comprender la diferencia que harían a la paz y a la comunión de la Iglesia el que se recordara siempre que nos dedicamos a cosas santas. Mucho de las discusiones amargadas y de las suspicacias y la intolerancia que caracterizan tan a menudo las actividades de las iglesias se desvanecería como la niebla al salir el sol.
2.    No deben divulgar historias difamatorias. Es una pésima característica de la naturaleza humana el que la mayor parte de la gente prefiere escuchar y repetir una historia maliciosa antes que una que haga pensar bien de alguien. No es mala resolución el comprometernos interiormente a no decir nada en absoluto acerca de nadie a menos que sea una cosa buena.
3.    Las ancianas deben enseñar y entrenar a las más jóvenes. Algunas veces parece que el único don que les aporta la experiencia a algunos es el de echar un jarro de agua fría a los sueños y los planes de los demás. Es un deber cristiano el usar siempre la experiencia para guiar y animar, y no para acobardar y desalentar.


III. Las mujeres más jóvenes (Tito 2:3-5)
A. A las mujeres más jóvenes se las exhorta a dedicarse a sus maridos e hijos; a ser prudentes, castas, buenas amas de casa; a portarse bien con sus criadas y obedecer a sus maridos; y el objeto de tal conducta es que nadie tenga razones para hablar mal de la Palabra de Dios.
B. En este pasaje tenemos algo coyuntural y algo que tiene un carácter permanente.
1.    En el antiguo mundo griego la mujer respetable llevaba una vida completamente recluida. Tenía sus propias habitaciones en la casa, y rara vez salía de ellas, ni siquiera para comer con los varones de la familia; y no entraba en sus habitaciones nada más que su marido. Nunca asistía a las asambleas y las reuniones públicas; rara vez aparecía en la calle, y desde luego nunca sola. De hecho se ha dicho que una mujer no tenía ninguna manera decente de ganarse la vida. Ningún oficio ni profesión le estaban permitidos; si trataba de ganarse la vida, no tenía más salida que la prostitución. Si las mujeres de la Iglesia hubieran salido de repente al mundo rompiendo las limitaciones impuestas desde siempre, el único resultado habría sido el descrédito de la Iglesia y el que se dijera que el Cristianismo corrompía a las mujeres. La vida que se les fija aquí parece estrecha y limitada; pero hay que leer esto sobre el trasfondo de las circunstancias de aquel tiempo.
2.    En ese sentido este pasaje tiene un carácter temporal; pero en otro sentido tiene un carácter permanente. Es un hecho que no hay tarea, responsabilidad ni privilegio más importante que el de formar un hogar. Puede ser que, cuando las mujeres están agobiadas bajo la carga de las mil y una responsabilidades que conllevan el hogar y los hijos, digan: «Si me pudiera librar de todo esto, podría vivir una vida realmente religiosa.» Pero es un hecho que no hay ningún lugar en el mundo donde se pueda vivir una vida realmente religiosa mejor que en el hogar. En último análisis no hay carrera más importante que la de hacer un hogar. A muchos hombres que han llegado lejos en su profesión y en su vida, les ha sido posible sencillamente porque había alguien en casa que los amaba y los atendía. Es infinitamente más importante el que la madre esté en casa para acostar a sus hijos y oírles decir sus oraciones, que el que asista a todas las reuniones públicas y de la iglesia del mundo.


 IV. Los hombres más jóvenes (Tito 2:6)
A. El deber de los hombres más jóvenes se resume en una sola frase, aunque henchida. Se les encarga recordar el deber de la prudencia. Como ya hemos visto, el que es prudente, sófrón, tiene la cualidad personal que mantiene la vida a salvo. Tiene la seguridad que viene de tener todas las cosas bajo control.
B. La juventud es por necesidad un tiempo de peligros.
1.    En la juventud se tiene la sangre más caliente y las pasiones pretenden dar las órdenes. La marea de la vida fluye más arrolladoramente en la juventud, y amenaza con arrasarlo todo, incluida la propia persona.
2.    En la juventud se tienen más oportunidades de cometer errores. Los jóvenes se encuentran en los ambientes en los que la tentación habla con voz más dominante. A menudo tienen que estudiar o que trabajar lejos de casa y de las influencias que los pueden proteger. No han asumido todavía las responsabilidades del hogar y la familia, ni se han cargado con las hipotecas de la fortuna; todavía no poseen el timón y las anclas que mantienen a los mayores en posición o en ruta mediante un simple sentimiento de obligación. En la juventud hay muchas más oportunidades de naufragar en la vida.
3.    En la juventud se tiene a veces la confianza que viene de la falta de experiencia. En casi todas las esferas de la vida, un joven será más temerario que sus mayores, por la sencilla razón de que todavía no ha descubierto todas las cosas que pueden fallar. Para dar un ejemplo sencillo, un joven conduce el coche a mucha más velocidad sencillamente porque no ha descubierto lo fácilmente que se puede producir un accidente o lo frágil que es el metal del que depende la seguridad del vehículo. A menudo asumirá una responsabilidad con un espíritu mucho más descuidado que un mayor, porque todavía no conoce las dificultades ni ha experimentado lo fácilmente que se produce un naufragio. Nadie puede comprar la experiencia; es algo que solo se adquiere con los años. Hay un riesgo y una gloria en ser joven.
C. Por eso, la primera cosa a la que debe aspirar un joven es al dominio propio. Nadie puede ayudar a otros si no ha conseguido dominarse a sí mismo. " El que domina su espíritu es mejor que el que conquista una ciudad» (Pro 16:32 ).
D. La autodisciplina no es una de las virtudes más atractivas, pero es la urdimbre de la vida. Algo realmente grande entra en la vida cuando la decisión de la juventud se fortifica con la solidez del dominio propio.

V. El maestro cristiano (Tito 2:7-8)

VI. El obrero cristiano (Tito 2:9-8)


0 comentarios:

Publicar un comentario

Material disponible

¿Antiguo o Nuevo testamento? Amor Fraternal Ana Anécdotas Apocalipsis Apologias Bosquejos de sermones Caleb Carácter Catolicismo Comunión Conducta Confianza Cristianismo Práctico Curso para nuevos convertidos Desafíos Descargas Deuteronomio 30 Diferencias Personales Dios Disciplina División correcta de la Biblia Doctrinas y Religiones Dolor Echen sus redes El juicio final El matrimonio El Nuevo Pacto El Papa El perdón El Predicador El Rey de Reyes El sufrimiento Esaú Esperanza Estudios Exegéticos Evangelismo Personal Evangelistas Evidencias Científicas de la Inspiración de la Biblia Familia cristiana Fariseos Fausto Salvoni Fe en lo invisible Fortaleza Fundamentos Bíblicos Gnósticos Gustos Hebreos Hechos Hipocresía Historias Hombres de Dios Honrar a padre y madre I Corintios I de Pedro Iglesia de Cristo II de Timoteo II Timoteo 2:15 Ilustraciones para Sermones Introducción al N.T. Isaias Isaías 43 Jacob Jesus el Cristo Jóvenes cristianos Juan Juventud La apostasía La Biblia La espiritualidad La gloria venidera La gracias de Dios La hermenéutica La Iglesia Católica La importancia del buen ejemplo La obediencia la oración de Jesús La perseverancia La puerta estrecha La sal La santidad Literatura Apocalíptica Los beneficios de la risa Lucas Lucas 3 Lucas 4 Manual para el Crecimiento de la Iglesia (MCI) Martin Lutero Mateo Mateo 23 Mejorando las relaciones Miedo Ministros Monarquía Muerte Mujeres de fe Noé Obreros Open LP Oracion Padres responsables con la educación de sus hijos Pérdida Personalidad Plantando Iglesias Propósito del Antiguo Testamneto Pureza sexual Radio ¿Que dice la Biblia? Radio de la iglesia de Cristo Radio de la Iglesia de Cristo en Perú Reflexiones Reino de los cielos Reprensiones Risoterapia Romanos Salvación San Nicolas de Bari Santa Claus Santidad Santificación Santo Sermón evangelístico Sermones de Consagración Sermones devocionales Sermones Doctrinales Sermones evangelísticos Sermones Morales Sumo Sacerdocio Temor a Dios Temores Tus primeros 40 días VERSO DEL DÍA Vida Cristiana